domingo, 5 de julio de 2009
La + lOkAa!!
viernes, 29 de mayo de 2009
Mi gato Chiccho y yo...
Anio 2006, Cordoba (Argentina). Chiccho es un gato siames que ahora tiene aproximadamente 3 anios.
Lo compramos en Cordoba, pero cuando cumplio un anio lo tuvimos que regalar porque se portaba mui mal y nos ensuciaba la casa.
Ahora lo extranio muchisimo. Me gustaria mucho volver a verlo, y espero que este bien y sea feliz con sus nuevos duenios.
(este teclado no tiene enie, por eso son los errores de ortografia)
Lo compramos en Cordoba, pero cuando cumplio un anio lo tuvimos que regalar porque se portaba mui mal y nos ensuciaba la casa.
Ahora lo extranio muchisimo. Me gustaria mucho volver a verlo, y espero que este bien y sea feliz con sus nuevos duenios.
(este teclado no tiene enie, por eso son los errores de ortografia)
viernes, 22 de mayo de 2009
Para mis companieros de ex-5c
martes, 25 de noviembre de 2008
ODA AL GATO - Pablo Neruda
Los animales fueron
imperfectos, largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielode las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
Pablo Neruda
domingo, 16 de noviembre de 2008
La dama de sobretodo azul
Lyon, octubre de 1889
Capitulo I - La taberna
En la taberna entra una dama, rubia, flaca, altura media, con pecas, un gorro y sobretodo azul, llorando, se ve trastornada, se sienta junto a mi y pide un vaso de agua fría. Me presento, le pregunto amablemente si le puedo ayudar, y ella responde:
-Lamentablemente no, pero gracias por preocuparse
-Y por qué llora? Segura que no le puedo ayudar?
-Es una larga historia, muy larga...pero tengo toda la tarde libre así que se la podría contar.
-Desea que vayamos a mi casa o prefiere quedarnos aquí? – pregunto amablemente
-Por favor dame del tú, en realidad me da igual
-En ese caso, mi casa queda a unas cuadras – digo mientras saco mi billetera del bolsillo.
-Bueno, como no. Ah pago yo por favor – dice con su hermosa y suave voz, ahora solo lagrimea un poco y cada tanto suelta una risita o una sonrisa.
Capítulo II – Mi casa
En el camino, la dama se va secando las lágrimas y sus mejillas enrojeciendo, ya sonríe. Cuando llegamos abro con cuidado la puerta y una vez que entramos cuelgo la llave en el portallaves. La dama mira maravillada los minúsculos animales y personas de papel y yo le explico
-Se llaman “origami”, es un arte oriental, animales, personas y objetos representados en papel
-¡Es maravilloso! – exclama divertida.
-Bueno me querés contar la historia?
-Cierto, casi me olvido – dice triste y luego larga un suspiro acompañado por una expresión de tristeza
-Te podés sentar aquí – le advierto indicando los sillones verdes junto a los cojines de un tono más claro, ella se sienta
-Bueno aquí va....
Capítulo III – La historia
-Cuando era niña tenía una amigo, Tomás, más bien mi mejor amigo, lo quería mucho, pero luego, cuando fui adolescente me cambié de casa y escuela a causa del trabajo de mis padres periodistas, así nos quedamos incomunicados varios años. A los 18 años me volví independiente y me fui a una casa cerca de la primera, mis padres se cambiaron a otra casa (la cuarta) por cuestiones de trabajo, pero ésta quedaba muy lejos de la mía, y en las vacaciones (de unos 4 ó 5 días como mínimo) yo viajaba para visitarlos.
En el barrio volví a ver a mi amigo Tomás y nos intercambiamos direcciones de casa y trabajo y luego de un año (o casi) nos pusimos de novios.
Un día me llegó una carta de mi padre y me pedía que por favor fuera a visitarlos porque mi madre estaba muy enferma y mi padre no la podía cuidar pues tenía que trabajar. Así que empaqué mis cosas, saludé a mis amigos, sobre todo a Tomás que me acompañó hasta el parador de carruajes y emprendí viaje hacia la casa de mis padres.
Mi madre estaba realmente debilitada, tenía problemas cardíacos y mi padre me pidió que la cuidara hasta que sanase. Pero el doctor que fue a visitarla dijo que mi madre moriría en pocos años si no sanaba pronto. Como advirtió el doctor mi madre falleció en uno de los tantos paros cardíacos.
Capítulo IV – De vuelta a casa
Cuando mi madre falleció volví a mi casa y en el camino el caballo que tiraba del carruaje golpeó sin querer a un gato, mejor dicho un cachorro de gato, y yo lo llevé conmigo para curarlo y cuidarlo.
Luego de unos días en mi casa fui a la casa de Tomás y pregunté por él a su madre que me miró con tristeza y me invitó a pasar
-Ah....Tomás...no te han dicho de.... Mejor pasá y acomodate ya te explico.
Una vez sentadas en el sillón azul del salón, su madre me explicó todo:
-Tomás hace unos años , bueno...Lo llamaron para la guerra y fue hace dos años...Falleció. Lo fucilaron en la guerra.
Yo no lo podía creer. La guerra había interrumpido una alegre vida y una hermosa historia de amor y una profunda amistad. Ahí comencé a lagrimear, luego llorar, después sollozar. Era...bueno, es un dolor profundo, pero que una bala, un cuchillo o cualquier otra lastimadura o herida física. Las heridas sentimentales o psicológicas son las peores.
-Y luego fui al bar, y vinimos aquí y te conté la historia. Ah...todavía no me presenté, que descortés. Soy Elsa –dijo soltando una lágrimas pero al final sonriendo.
-Yo soy Ramón Quimbae – digo acomodando los cojines y verificando que no se caigan.
-Bueno Ramón se me hizo un poco tarde y me tengo que ir. Fue un placer contarte mi historia – Dice con su melodiosa voz.
-Bueno Elsa ya te abro la puerta, hasta luego y suerte. Ah, si tenés algún problema y te puedo ayudar solo vení a mi casa y tocá la puerta ¿bueno? – mientras abro la puerta ella responde:
-Lo haré
Capítulo V – La carta
-Ramón, casi lo olvido, la madre de Tomás me dio esta carta – mientras saca deslizando una carta amarillenta del bolsillo de su traje azul
-No sé leer ni escribir, así que ¿me la prodrías leer otro día? Porque ahora me tengo que ir y ....- mira su reloj de bolsillo – Huy, se me hizo tarde! Bueno, chau, hasta luego Ramón – dice apurada mientras sale y cierra la puerta.
-Chau – digo, pero ya es tarde y Elsa ya se fue y me dejó la carta sin ni siquiera saber si se leer, por suerte si. Salgo buscándola para pedirle su dirección pero ya había desaparecido. Nunca más la vi. A los costados de la puerta me esperaban dos hombres, me asaltan, deslizan su afilado cuchillo por mi cuello y muero al instante. Me quitan la billetera, las llaves, la carta de Elsa y otros objetos de valor que ven en mi casa.
Una vecina encuentra la puerta abierta y a mi muerto.
Nadie supo más de mi propia muerte.
Se preguntarán como sé lo que pasó después de mi muerte y cómo hice para escribir esta historia. Ahora soy un fantasma, un espectro, condenado a escribir esta historia una y otra vez hasta la olvidarla.
Capitulo I - La taberna
En la taberna entra una dama, rubia, flaca, altura media, con pecas, un gorro y sobretodo azul, llorando, se ve trastornada, se sienta junto a mi y pide un vaso de agua fría. Me presento, le pregunto amablemente si le puedo ayudar, y ella responde:
-Lamentablemente no, pero gracias por preocuparse
-Y por qué llora? Segura que no le puedo ayudar?
-Es una larga historia, muy larga...pero tengo toda la tarde libre así que se la podría contar.
-Desea que vayamos a mi casa o prefiere quedarnos aquí? – pregunto amablemente
-Por favor dame del tú, en realidad me da igual
-En ese caso, mi casa queda a unas cuadras – digo mientras saco mi billetera del bolsillo.
-Bueno, como no. Ah pago yo por favor – dice con su hermosa y suave voz, ahora solo lagrimea un poco y cada tanto suelta una risita o una sonrisa.
Capítulo II – Mi casa
En el camino, la dama se va secando las lágrimas y sus mejillas enrojeciendo, ya sonríe. Cuando llegamos abro con cuidado la puerta y una vez que entramos cuelgo la llave en el portallaves. La dama mira maravillada los minúsculos animales y personas de papel y yo le explico
-Se llaman “origami”, es un arte oriental, animales, personas y objetos representados en papel
-¡Es maravilloso! – exclama divertida.
-Bueno me querés contar la historia?
-Cierto, casi me olvido – dice triste y luego larga un suspiro acompañado por una expresión de tristeza
-Te podés sentar aquí – le advierto indicando los sillones verdes junto a los cojines de un tono más claro, ella se sienta
-Bueno aquí va....
Capítulo III – La historia
-Cuando era niña tenía una amigo, Tomás, más bien mi mejor amigo, lo quería mucho, pero luego, cuando fui adolescente me cambié de casa y escuela a causa del trabajo de mis padres periodistas, así nos quedamos incomunicados varios años. A los 18 años me volví independiente y me fui a una casa cerca de la primera, mis padres se cambiaron a otra casa (la cuarta) por cuestiones de trabajo, pero ésta quedaba muy lejos de la mía, y en las vacaciones (de unos 4 ó 5 días como mínimo) yo viajaba para visitarlos.
En el barrio volví a ver a mi amigo Tomás y nos intercambiamos direcciones de casa y trabajo y luego de un año (o casi) nos pusimos de novios.
Un día me llegó una carta de mi padre y me pedía que por favor fuera a visitarlos porque mi madre estaba muy enferma y mi padre no la podía cuidar pues tenía que trabajar. Así que empaqué mis cosas, saludé a mis amigos, sobre todo a Tomás que me acompañó hasta el parador de carruajes y emprendí viaje hacia la casa de mis padres.
Mi madre estaba realmente debilitada, tenía problemas cardíacos y mi padre me pidió que la cuidara hasta que sanase. Pero el doctor que fue a visitarla dijo que mi madre moriría en pocos años si no sanaba pronto. Como advirtió el doctor mi madre falleció en uno de los tantos paros cardíacos.
Capítulo IV – De vuelta a casa
Cuando mi madre falleció volví a mi casa y en el camino el caballo que tiraba del carruaje golpeó sin querer a un gato, mejor dicho un cachorro de gato, y yo lo llevé conmigo para curarlo y cuidarlo.
Luego de unos días en mi casa fui a la casa de Tomás y pregunté por él a su madre que me miró con tristeza y me invitó a pasar
-Ah....Tomás...no te han dicho de.... Mejor pasá y acomodate ya te explico.
Una vez sentadas en el sillón azul del salón, su madre me explicó todo:
-Tomás hace unos años , bueno...Lo llamaron para la guerra y fue hace dos años...Falleció. Lo fucilaron en la guerra.
Yo no lo podía creer. La guerra había interrumpido una alegre vida y una hermosa historia de amor y una profunda amistad. Ahí comencé a lagrimear, luego llorar, después sollozar. Era...bueno, es un dolor profundo, pero que una bala, un cuchillo o cualquier otra lastimadura o herida física. Las heridas sentimentales o psicológicas son las peores.
-Y luego fui al bar, y vinimos aquí y te conté la historia. Ah...todavía no me presenté, que descortés. Soy Elsa –dijo soltando una lágrimas pero al final sonriendo.
-Yo soy Ramón Quimbae – digo acomodando los cojines y verificando que no se caigan.
-Bueno Ramón se me hizo un poco tarde y me tengo que ir. Fue un placer contarte mi historia – Dice con su melodiosa voz.
-Bueno Elsa ya te abro la puerta, hasta luego y suerte. Ah, si tenés algún problema y te puedo ayudar solo vení a mi casa y tocá la puerta ¿bueno? – mientras abro la puerta ella responde:
-Lo haré
Capítulo V – La carta
-Ramón, casi lo olvido, la madre de Tomás me dio esta carta – mientras saca deslizando una carta amarillenta del bolsillo de su traje azul
-No sé leer ni escribir, así que ¿me la prodrías leer otro día? Porque ahora me tengo que ir y ....- mira su reloj de bolsillo – Huy, se me hizo tarde! Bueno, chau, hasta luego Ramón – dice apurada mientras sale y cierra la puerta.
-Chau – digo, pero ya es tarde y Elsa ya se fue y me dejó la carta sin ni siquiera saber si se leer, por suerte si. Salgo buscándola para pedirle su dirección pero ya había desaparecido. Nunca más la vi. A los costados de la puerta me esperaban dos hombres, me asaltan, deslizan su afilado cuchillo por mi cuello y muero al instante. Me quitan la billetera, las llaves, la carta de Elsa y otros objetos de valor que ven en mi casa.
Una vecina encuentra la puerta abierta y a mi muerto.
Nadie supo más de mi propia muerte.
Se preguntarán como sé lo que pasó después de mi muerte y cómo hice para escribir esta historia. Ahora soy un fantasma, un espectro, condenado a escribir esta historia una y otra vez hasta la olvidarla.
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